El río Caramacate aquel mediodía estaba agitao. Sonaba fuerte, y mientras Eloísa restregaba la ropa con jabón azul, él quería quitásela de las manos. A veces se la arrastraba, así como cuando el perro te jala de una prenda queriendo jugar contigo, o llevarte pá algún sitio, y de pronto te gruñe y lo regañas. Pero Eloísa no se quejaba con el río como lo hacía con el perro ese. Yo creo que los ríos son sabios. Son más viejos que nosotros, recorren muchos caminos y viven más que un perro mierdero. -“ Cuando el río suena es porque piedras trae ”, le dije, y ella comenzó a cantar aquella canción que yo le enseñé de carajita: Río Caramacate, buena compañía, lánzame el mecate, dame la primicia, Qué viene por allá, que ando por la vida, mirando sin mirar, un poco distraída. Río Caramacate Yo lavo en tus agüitas lánzame el mecate dame la primicia… El sol picaba. Yo le dije a Eloísa que me iba a adenlantá a la vivienda porque el bebé se había dormido. Ella se acercó a la o